sábado, 7 de marzo de 2009

Piedra Libre

Algunas veces los recuerdos juegan a las escondidas con nosotros. También, en algunas ocasiones, las más, uno se cansa de ese juego sin sentido y deja de buscar, y la piedra será libre por siempre.
La década del 70 auguraba su apogeo, sin embargo era imposible vislumbrar el alba. Los parlantes de las radios escondían las voces de los cantores de ocasión, cortadas por alguna marcha militar. Uno no entendía lo que decían esas voces, como tampoco llegaba a comprender, con seis años, la rutina de romper con tanta monotonía.
Fueron tantos los golpes que tuvimos que soportar. La “desaparición” de mi padre (aún no sabía qué significaba un “desaparecido”); mi madre jugando a las escondidas porque, como decía Benedetti: “si te descubrían te mataban”; mis abuelos jugando a “La vida es bella”; y las típicas peleas con mi hermano. Cualquiera podrá entender que es normal que los hermanos, cuando aún no alcanzaron los diez años, se peleen. Pero, en nuestro caso, las discusiones nos distanciaron, y nos llevaron a un juego de escondidas que duró más de una década.
Aún no terminaban los 80 y mi familia sufrió otro golpe. El abuelo, desde la cama del viejo sanatorio de ADOS, se despedía de nosotros y de su España natal. Años más tarde, Rosa haría lo mismo. La muerte de Pablo, separó a la familia, o lo que quedaba de ella. Con el comienzo del siglo XXI Graciela, desde la cama de otro hospital, culminaría la búsqueda de justicia... y de Maurice.
Los hermanos nos seguimos escondiendo detrás de la tosudez, de la estupidez, y de tantos otros adjetivos que no me vienen a los dedos. Derrotas tras derrotas; la vida de una familia llega a parecerse a la historia de un país.
Anoche, un catalán gritó piedra libre. En poco más de dos horas, transcurrieron veintinueve años. Es increíble pero, gracias a una guitarrita y a un pianito, pasó la historia de una familia. Anoche, entre las corcheas, las fusas, las semifusas, pude sentir la presencia de Pablo, de Rosa, de Graciela, de Maurice, de mis hermanos, y pude sentir mi presencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece bueno, yo fui a verlo a serrat

Mente Ridícula dijo...

lloré con serrat...y después con tu post. Ando desparramando lagrimas por todas partes. Triste lo mío